lunes, 11 de febrero de 2008

Carpe Diem


La persistencia de la memoria. Ese es el título de este cuadro de Dalí, fiel a su estilo surrealista. La verdad es que este tipo de lienzos siempre me inquietan y me surgen multitud de preguntas de las que sé que no tienen respuesta: ¿que querrá decir? ¿qué significa? ¿qué quiso decir?

La verdad es que después de haber disfrutado mirando a algunas de sus pinturas cara a cara, esas preguntas se multiplican, y esa inquietud se refuerza, comprendiendo que, al fin y al cabo, eso es el surrealismo: nada tiene que ver con nada; todo se aleja de todo.

Bueno, al hilo del tema del que quería escribir (el cual no tiene nada que ver con lo que he escrito hasta ahora), viendo estos relojes derretidos me surge una nueva pregunta: ¿ de verdad aprovechamos el tiempo que tenemos o siempre nos estamos quejando por querer llegar a tiempos mejores? Queremos que llegue el fin de semana para descansar; queremos que llegue el tan esperado viaje; queremos que llegue tal o cual fecha, porque para entonces ya habremos conseguido un objetivo que hayamos planeado. Y... ¿qué pasa mientras en el camino? ¿valoramos los pequeños detalles que llenan nuestra vida, y que son los reales que vivimos cada día? Son cuestiones que llevo meditando hace bastante tiempo, y que me han hecho llegar a una conclusión: la vida se disfruta día a día, y aunque tengamos ilusión por días futuros, hay que aprovechar los momentos que nos son regalados HOY.

El tan literario tópico "Carpe diem, Carpe horam" se puede aprovechar en este sentido. No esperar que venga lo bueno. Lo bueno ya lo tenemos. Seamos fieles en lo que Dios nos permite vivir cada día. Disfrutaremos más de la vida. Al menos eso creo. Que nuestros relojes no se derritan esperando que llegue el gran momento de nuestra existencia. VIVIR; ese es el gran momento.

1 comentario:

José María dijo...

Quien siempre espera vivir tiempos mejores, pierde el presente.

Y cuando el futuro alcanza el presente, ya tenemos tiempos mejores en mente con los que no disfrutamos del que llego.

Añorar la juventud en la vejez y añorar la madurez en la adolescencia solo es síntoma de que no sabemos aprovechar el momento, el ahora.

Un abrazo y un beso, ahora.